viernes, 25 de octubre de 2013

Incertidumbre

¿Me pregunto cuánto tarda una persona en morir desangrada? - pensó mientras veía al hombre tendido boca abajo, de él salía un fino hilo escarlata. 

Tomó el trapo que ocupaba para limpiar su cocina, con él arrancó las evidencias del cuchillo, puso el cuchillo en la mesa donde todavía estaban algunas verduras esperando a ser cortadas para cumplir su papel en la sopa. 

Recorrió con la mirda su casa, era pequeña, los muebles eran escasos y viejos... todo de segunda mano, una rustica mesa sostenía su cocina de tres quemadores, una mesa con tres sillas de madera, una refrigeradora que solo congela una parte, un pantri con una puerta chueca... la casa se completaba con un baño, donde la ducha era separada con una cortina que ni siquiera alcanzaba llegar al piso, eso hacía que cada vez que alguno de los dos se bañara, había que secar el piso mojado donde estaba el lavamanos. Su cuarto no era un lujo también, una cama de madera que tronaba con cada movimiento, con una colchoneta de espuma que los tenía con un dolor constante de espalda. Una pila y una lavadora arruinada que cumplía las funciones de repisa multiusos y eventual planchador.

Vio el cuerpo de su marido. Recordó el día que lo conoció, siempre le pareció un buen hombre, ahora ahí tirado no parecía más que un desgraciado. 

Tomó el celular que él había dejado sobre la mesa del comedor... marcó... 911

Tuuu... tuuuu... tuuuuuuu... el tiempo es interminable mientras se espera.

- 911...¿cuál es su emergencia?
- Aló?, si... acabo de matar a mi marido.

La grabadora de Emergencias no registró dolor, ni llanto, ni desesperación en aquella voz; había una fría serenidad, una calculada paciencia. 

- Anote la dirección... 

Dio los datos, el joven que había contestado la llamada envió la alerta para que la patrulla más cercana llegara a la casa. Anotó en el mensaje... "mujer posiblemente violentada".

Ella, con la misma parsimonia con la que llamó y dio los datos de su casa, colgó, abrió la puerta y la dejó entrecerrada, para que cuando llegaran los policías solo empujaran para entrar. Se sentó en una de las sillas. "Es una suerte que no gritara tanto.. ¿estará vivo aún?" - pensó mientras contemplaba al hombre, perfectamente eran visibles los tres agujeros donde entró el cuchillo. 

A lo lejos se oyó una sirena de la patrulla, las llantas chillaron al llegar frente a su casa. "Todo muy de película" - pensó, vio hacia la puerta justo en el momento en el que un policía, arma en mano, empujó la puerta.

La vio sentada, era una mujer delgada, morena, con una mata de pelo negro enrollada a la altura de la nuca, algo desnutrida y con los ojos blandos. No tenía cara de asesina. Su vestido invadido de pequeñísimas flores no le ayudaba a formar una imagen de viuda negra. 

Ella levantó las manos para mostrarlas vacías. No tenía moretes en su cara que delataran violencia intrafamiliar, no había indicios de violencia previa al asesinato. Todo parecía normal, excepto aquel cuerpo tirado en el piso rojizo. Ella no parecía en shock nervioso, no lloraba, no gritaba...  solo estaba ahí, sentada con las manos en alto, en ese mutismo de los que esperan cosas mejores de la vida. 

"No secó el piso del baño" fue lo único que dijo mientras el policía le esposaba las delgadas manos. 

1 comentario:

  1. Voy a limpiar el piso del baño de ahora en adelante, no sea que a mi esposo se le ocurra matarme, harto de tanto deslizon.

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