sábado, 22 de diciembre de 2012

Karlita

Nunca me gustó que me llamaran así. Denota pequeñez, debilidad, dependencia.

Nunca me gustó... porque resulta que esa niña se fue hace mucho tiempo, no lo digo con tono sufrido, es solo un hecho fáctico. Una certeza con fecha en el calendario.

Pero hoy recordé a Karlita. Era una niña tan dulce, tan callada, tan amorosa. Le encantaban los dulces de algodón rosados y esos globos que parecen haber salido de una batalla de pintura, como chorreados de tanta festividad. Siempre fue soñadora esa niña.

Tenía 5 años cuando supo que la vida era para ser feliz, para aprender colores, para escuchar palabras chistosas, para esperar hermanitos que le hicieran compañía. A Karlita le costaba terminar la comida que le servían, nunca fue de gran apetito, sus cabellos inmensamente negros eran herencia de una abuela india y la tristeza no se le asomaba por ningún lado.

Tenía la virtud de reconocer el olor de sus padres a medida que se acercaban, eran olores tan definidos y concretos. Uno de sus entretenimientos favoritos era ir a una lomita con su papá, ahí abundaban las "dormilonas", esas plantas que al tocarlas se cierran y permanecen unos momentos de invernación, le parecía fascinante ver como se ocultaban tímidas esas hojitas verdes. Siempre le pareció que era una forma "linda" de ocultarse.

Karlita... a nadie nunca le he comentado esto a nadie, la extraño. Me parece que fui una ingrata al guardarla en algún rincón de la memoria, ella no tuvo la culpa de los sucesos que hicieron que la condenada y señalada fuera ella y no otros. Extraño la fascinación y admiración con que veía todo: las estrellas, las olas del mar, los colores de las flores, las formas de las nubes, los ojos de las personas, el pelaje de los perros. Extraño su valentía de abrazar a la gente, su ignorancia de las cosas malas, su inmensa capacidad de preguntar lo que no entendía sin pena. La extraño tanto. Treinta años tuvieron que pasar para que me diera cuenta que me hace tanta falta la niña que siempre quise ser.

Lo sé, le debo una infinita disculpa a esta niña, no sé dónde estará ahora, tengo tanto tiempo de no verla. Esta noche he deseado abrazarla.

(191212)

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